Bajo el manto del olvido

De José Manuel Molina

 

Como si nada hubiera pasado. Así actuamos habitualmente. Los buenos momentos nos impiden pensar, nos dificultan el entendimiento. Los malos momentos, al igual que los buenos, hacen más de lo mismo. Por lo tanto, podemos decir que nunca pensamos. Ni en lo bueno ni en lo malo. El no pensar nos lleva a no aprender, y el no aprender nos lleva a no rectificar. 

 

El pasado más oscuro y tenebroso resiste en la barrera y quiere atravesar las puertas de la actualidad. Los monstruos acechan. Hemos sido demasiado ingenuos, ya que creíamos que se habían esfumado para siempre, pero no, no es así. Tampoco han vuelto. Nadie puede volver a un lugar del que, realmente, jamás se llegó a ir. Simplemente han estado escondidos, esperando a que los de siempre cometieran un error cosechado por su avaricia y sus ansias de poder. Ahora se lamentan. A pesar de que intentan manipular y proporcionar diagnósticos simples a un problema muy complejo, los seres de abajo ignoran con vehemencia sus ladridos de perros asustados. Ya es demasiado tarde y no hay tiempo para el clamor. El olvido ha ganado la batalla, y los monstruos están cogiendo ventaja.

 

Una época de dolor, de oscuridad, de miseria. Una época que vivieron nuestros antepasados y que, ahora, quiere regresar para que nosotros también la vivamos. Evidentemente no de la misma manera. Las ideas, sobre todo las más peligrosas, se adaptan a los tiempos y a los lugares. Como ratas de alcantarilla, se extienden por las mentes de los seres inferiores. 

 

Parece que no hemos aprendido nada. Los buenos tiempos te ayudan a olvidar, y los malos tiempos a consolidar ese olvido. Y ya sabemos que, si olvidamos, la historia tiende a repetirse, en especial, la peor historia de nuestra existencia.

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