De José Manuel Molina
Estás tomándote una taza de té y oyes un ruido en la habitación de al lado. Parece como si un objeto pesado se hubiera caído al suelo de forma violenta. Decides levantarte del sillón e ir a ver qué ha ocurrido. Abres la puerta poco a poco y observas que no ha pasado nada, que todo está normal. Tal vez haya sido tu imaginación o tus ganas de que ocurra algo que llevas esperando toda la vida.
Regresas al sillón y coges tu taza de té dispuesto a dar el último sorbo. En ese momento, un ruido estrepitoso, parecido al de un acervo de muebles crujiendo y rompiéndose de manera descerrajada, se escucha desde la habitación de la que acababas de regresar. Te quedas paralizado y la taza de té se te cae al suelo. Ahora, mucho más asustado que la primera vez, esperas unos segundos y vuelves a levantarte del sillón. Pones la mano en la manivela y poco a poco, atendiendo a los sonidos estridentes generados por una empuñadura vieja y oxidada, la vas girando. La luz del cuarto empieza asomarse por la abertura de la puerta, dejando ver todos los muebles de la habitación destrozados y con apariencia calcinada. Notas como que te falta el aire y no sabes que hacer. En ese momento sientes detrás de ti una presencia. Alguien te está observando. En un impulso de valentía, decides darte la vuelta. Ruega a Dios para que lo que estás viendo sea un sueño o una alucinación provocada por el cansancio. Ruega a Dios para que el rostro que te sonríe, mostrando unos enormes dientes afilados, forme parte de un espejismo. Ruega a Dios para que los monstruosos ojos rojos que han clavado su mirada en tu rostro pertenezcan a una pesadilla. Aquella silueta oscura y monstruosa comienza a levitar en medio del salón. Tú corazón se acelera, y el sudor frío que cae de tu frente empapa tus ojos. En una milésima de segundo, aquel ser inhumano desciende hasta colocarse enfrente de ti. Notas el calor ardiente de su cuerpo y el olor infernal que desprende su boca. Tu mirada contempla como las enormes fauces del monstruo se abren. Cierras los ojos rápidamente, y todo se queda en silencio. Tras unos segundos, los vuelves abrir. La normalidad invade la casa. Los muebles de la sala se encuentran en perfecto estado y bien colocados.Todo ha sido una pesadilla. Pero la realidad es peor. Ahora, convencido de no estar en un sueño, lo vuelves a ver. Camina en dirección hacia ti. No te molestes en correr. Siempre te encontrará.
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Natalia (jueves, 05 mayo 2016 16:46)
¡Increíble! Me ha creado intriga desde el principio. El final es difícil entender, lo que significa que es un cuento profundo. Me gusta mucho, ¡gracias!